Por: César Rodríguez Granados | Sin siquiera sospecharlo los autores del proyecto de la vía del Cusiana, entre Sogamoso y Aguazul, la trazaron a lo largo de las tierras del olvido. Sí, del olvido, o también podríamos decir de la omisión, la negligencia, la distracción, el abandono, el descuido, la inadvertencia, la indiferencia o la imprevisión; tierras de algo que se debía tener presente y que cesó en la memoria de quienes estaban y están en la obligación de velar por el mejoramiento de la calidad de vida individual y familiar de las provincias de Sugamuxi y de La Libertad que junto con Casanare son beneficiarios de la Carretera del Cusiana, así sea en pésimas condiciones de mantenimiento.
El ente estatal departamental casi siempre ha sido indolente y centralista, ajeno al dolor de sus provincias distantes, tierras adscritas a un ente territorial manoseado por “roscas” politiqueras, en la mayoría de los períodos constitucionales respectivos.
Como en la mayoría de las regiones de Colombia, los gobernadores, unos vivos y otros ya muertos, tras asumir el poder perdieron de vista la realidad social y económica del territorio encomendado a su cuidado, por culpa de los “anillos de seguridad y lambonería” que los rodean a toda hora.
Hasta no hace mucho una de las condiciones esenciales para nombrar Gobernador de Boyacá, era la de residir el candidato en Bogotá, totalmente ajeno a los viacrucis que soportaban las provincias. Con la elección por voto popular, la inveterada tradición desapareció. Sin embargo, algo quedó que no cambia, como es el “endiosamiento” de tales servidores públicos, inaccesibles para sus electores y sordos a los reclamos. Gobernadores boyacenses fueron quienes olvidaron a Casanare hasta lograr por culpa suya la segregación definitiva de ese hermoso territorio llanero. El abandono de la Carretera del Cusiana y de los 19 municipios de la entonces Prefectura de Casanare, hicieron posible esa separación definitiva.
Sugamuxi y Casanare deben salir de la postración vial que los une. Ni siquiera, en su momento histórico, la riqueza petrolera del subsuelo casanareño logró la decisión del Gobierno Nacional para terminar la Carretera del Cusiana o materializar una ruta alterna, habida cuenta de los irremediables problemas geológicos que presenta el trazado actual, en varios sitios suficientemente identificados y una y otra vez trajinados en vano intento de soluciones momentáneas e inconclusas siempre-.
Al hacer claridad histórica, diremos que el hallazgo de yacimientos de hidrocarburos en el piedemonte casanareño, generalizó entre llaneros y boyacenses la creencia en que la Carretera del Cusiana, por fin, alcanzaría a ojos del Gobierno Nacional la importancia suficiente para figurar como vía estratégica dentro del Plan Nacional de Desarrollo y, en consecuencia, con presupuesto suficiente para ejecutar los trabajos de rectificación, ampliación, pavimentación y conservación, de todo el trazado.
Mientras en Casanare y Boyacá se daba como un hecho la terminación de la vía, la realidad era otra. En el alto gobierno nacional, se planteaba la urgente necesidad de acometer la explotación de los hallazgos de petróleo de Casanare, a través de la vía más directa” (?): Bogotá—Villavicencio. El argumento de la vía directa no resultó tan cierto. La distancia entre Bogotá y Yopal, vía Villavicencio, es de 387 kilómetros; Bogotá—Sogamoso—Yopal es de 304 kilómetros , es decir 83 kilómetros menos de recorrido.
Tanto ECOPETROL como la BP Exploration, naturalmente unieron esfuerzos para demostrar con un estudio de costos que era mucho más conveniente transportar equipos por la vía aérea y no por tierra, al atravesar medio país con mayor rapidez y menores riesgos para la carga y para sus trabajadores. Con diligencia asombrosa, fue construido el Aeropuerto Internacional de Yopal. Claro está que Casanare necesitaba y bien merece un terminal aéreo de tal naturaleza, pero, también, de la Carretera del Cusiana, para que lo comunique con el centro geográfico de Colombia, más directamente, tal como ahora, gracias a Dios lo pregona el Presidente de Colombia, doctor Álvaro Uribe Vélez, pero sólo hasta ahora…
En guarda de las apariencias quedaba una carretera a medio terminar, una obra inconclusa que dentro de la filosofía y el sentir de la clase política gobernante no tiene dolientes. A 120 y más años de haber comenzado la construcción de la Carretera del Cusiana, por ahora y quién sabe por cuántos años más, nadie podrá calcular la fecha de inauguración. Hoy la vía del Cusiana sigue en su triste papel de proyecto irreemplazable para explotar la conmovedora ingenuidad de boyacenses y casanareños.
De tal manera, sin oposición de la clase política boyacense, el Gobierno central degradó a la Carretera del Cusiana y, con tal paso, aumentó la frustración de casanareños y boyacenses. Nuevamente todo quedaba reducido a que el rico “Epulón Invías” continuara arrojando migajas presupuestales al indigente “Lázaro Cusiana”.
A esas tierras del olvido, colindantes con Casanare, la única “maquinaria” que les llegaba con facilidad era la “maquinaria preelectoral”, generadora de espejismos y frustraciones para sucesivas generaciones de incautos, gente necesitada y de buena fe muy semejante a los ahorradores víctimas de las “evaporadas pirámides”, que como estas últimas, “las pirámides pre-electorales” con toda su parafernalia anochecen y no amanecen, sin dejar rastro de los compromisos adquiridos.
Share
Post A Comment:
0 comments:
Leave a comment. Thanks!