Por: César Rodríguez | A nuestro modo de ver, si anhelamos convivir en armonía dentro de la sociedad que nos rodea, existe una única manera, lograr alcanzar el respeto. Se parte de la base del respeto que debe guardarse para uno mismo y que Immanuel Kant lo denomina: la dignidad. El segundo paso, es la aplicación de valores y principios que hagan de las diferencias sociales, políticas, económicas o religiosas una oportunidad para fortalecer el respeto al derecho ajeno.
«En toda acción e intención, en todo fin y en todo medio, trata siempre a cada uno --- a ti mismo y a los demás---, con el respeto que le corresponde por su dignidad y valor como persona» (J. Vidal-Bota).
Una escena bochornosa para la dignidad personal del doctor Álvaro Uribe Vélez, Presidente de la República, resultó la manera irrespetuosa y alevosa como “una joven profesional” agredió verbalmente a quien encarna la majestad de la Patria colombiana, o dicho de otra manera, la grandeza, la superioridad y la autoridad sobre otros.
Quienes sin distingos de banderas políticas, religiosas o de cualquier otra índole amamos a Colombia y a sus instituciones, no podemos menos que lamentar con dolor en el alma que el señor Presidente de Colombia haya sido insultado, sin que se levantaran voces de repudio inmediatamente, en las instalaciones de CORFERIAS. Nos hemos acostumbrado, paulatinamente, en Colombia, a tratar de tú a tú a nuestros superiores en edad, dignidad y gobierno, a irrespetarlos en cualquier lugar y ocasión, porque sí o porque no estamos de acuerdo con lo que hacen o dejan de hacer.
Ya nada nos conmueve, según parece. Se idealiza a los que osan “cantarle la tabla” al Presidente, al Ministro, al Gobernador, al Alcalde, al Magistrado, al Juez, pero no se atreven a hacer otro tanto con el policía de vigilancia o el de tránsito. Casi todos los males empiezan por casa, al no educar a los hijos en el respeto a las leyes y a las demás personas, a permitir que se mire como iguales a quienes por su trayectoria y méritos personales ejemplares merecen un trato de consideración y respeto.
Digna de admiración es la manera como los mexicanos se refieren verbalmente en público y en privado al Primer Mandatario, por humildes o encopetados que sean, siempre se les oirá decir: el señor Presidente. Costumbre protocolaria y de buenas maneras que también se daba hasta hace algunos años atrás en Colombia, pero que ha perdido vigencia, en la misma medida que los medios de comunicación masivos dan el mal ejemplo, a diario.
En el lenguaje de las expresiones coloquiales colombianas: “tener huevo” es una manera “light” de ofender a alguien provocándolo e irritándolo, de ser menos directo que quienes insultan con la palabra: “güevón”. Francamente, no podemos admitir esa falta de respeto y consideración a la dignidad del señor Presidente de Colombia y a la dignidad de ser humano del doctor Álvaro Uribe.
Finalmente, la conducta del señor Presidente Uribe Vélez, no pudo ser más ejemplarizante y pedagógica, gústeles o no a quienes envían a “una joven profesional” a insultar al Primer Mandatario de Colombia. No hemos podido entender, es el cómo “la profesional de los huevos” pasó los filtros de seguridad y control que rodean a Jefe del Ejecutivo, ni cómo sus edecanes le dieron acceso directo al sitio que ocupaba el señor Presidente.
“El principio de respeto no se aplica sólo a los otros, sino también a uno mismo. Así, para un profesional, por ejemplo, respetarse a uno mismo significa obrar con integridad”.
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