Por: César Rodríguez Granados | Todo empezó hace algo más de catorce años en la fraterna Venezuela y como espectadores del acontecer internacional, hemos visto los americanos del norte, centro y sur del Continente el ininterrumpido desmorone de la institucionalidad política de la Nación que, aún a pesar de sus históricos altibajos democráticos, gozaba de un reconocido peso específico de respetabilidad en sus relaciones internacionales, en sus acuerdos o tratados comerciales, en su fiabilidad jurídica para la inversión extranjera bien orientada, en su respeto al derecho ajeno de sus conciudadanos y vecinos, a su defensa y guarda del derecho a la libertad de expresión, a la independencia de sus órganos del poder público nacional, estatal y municipal en lo ejecutivo, legislativo, judicial y electoral.
En vísperas de la elección del nuevo Presidente de la República Bolivariana de Venezuela, el evento electoral se debate en un clima de incertidumbre para los contendientes, de pasiones exacerbadas por un combo mediático que se presta al espectáculo grotesco del oficialismo todopoderoso y de una oposición venezolana fracturada.
De un atrabiliario Presidente encargado y candidato presidencial que, sin ruborizarse, hace gala de su atavismo esotérico como irrefutable programa de gobierno del chavismo. De un candidato opositor dedicado a hacerle el juego político al rival, con un mismo lenguaje pendenciero y fastidioso.
Un panorama sombrío y tempestuoso en lo económico y en lo social se cierne sobre Venezuela, a juicio de los estudiosos de su trayectoria económica y financiera a lo largo de los catorce años en el poder del extinto Presidente Hugo Chávez Frías. Gane el oficialismo o la oposición en las urnas, el vencedor deberá enfrentar serias reacciones populares provocadas por los remedios que se utilicen para recobrar la salud económica del país.
Al leer los Principios Fundamentales de la Constitución Política de Venezuela, en sus tres primeros artículos, y mirar lo ocurrido por mano de Chávez Frías, no puede uno menos que lamentar la burla que se ha hecho y no se sabe hasta cuándo se hará de la obra y herencia del Libertador Simón Bolívar, a quien han invocado como el inspirador del oficialismo chavista fundador del “Nuevo Socialismo del Siglo XXI”.
La defensa y guarda de la memoria del Libertador Simón Bolívar, irónicamente para los chavistas, nace de su propio intelecto y pluma, según lo consagra el historiador ecuatoriano Alfonso Rumazo González Rumazo fallecido en el 2003, en su libro: “Simón Bolívar”. En resumen, narra que:
El 2 de enero de 1814, en las entrañas de la Iglesia de San Francisco, Caracas, el Jefe del Estado y Libertador, Simón Bolívar, hace una exposición de sus actuaciones en los últimos cinco meses, ante los funcionarios públicos, los padres de familia y cuanta gente allí cabía. En una segunda intervención el Padre de la Patria, luego de escuchar al Gobernador político de Caracas y a los tres Secretarios de Estado, asevera:
“No he podido oír sin rubor, sin confusión, llamarme héroe y tributarme tantas alabanzas. Exponer mi vida por la Patria es un deber que han llenado vuestros hermanos en el campo de batalla... Yo no he venido a oprimiros con mis armas vencedoras; he venido a traeros el imperio de las leyes, he venido con el designio de conservaros vuestros sagrados derechos”.
“No es el despotismo militar el que puede hacer la felicidad de un pueblo ni el mando que obtengo puede convenir jamás, sino temporariamente, a la República”. “Un soldado feliz no adquiere ningún derecho para mandar a su Patria. No es el árbitro de las leyes ni del Gobierno, es el defensor de su libertad”.
“Huid del país donde uno sólo ejerza todos los poderes: es un país de esclavos”. “La voluntad general del pueblo será para mí siempre la suprema ley, que ella será mi guía en el curso de mi conducta, como el objeto de mis conatos será vuestra gloria y vuestra libertad”. (Simón Bolívar).
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